miércoles, 14 de julio de 2010

Solo...

Apago la luz y simplemente no te vas, cuando cierro el telón es que comienza la función, y estoy inerte, cambiante, convenzo a la razón que engaña al corazón cuando te veo y ya no estas, pierdo la cabeza y me revientan las entrañas, voy cerrando poco a poco pestaña tras pestaña, cuando el fuego me enciende vivo y grito por otra dosis de tus labios entre el balbuceo de este verbo que jamás se convirtió, que la carne no cedió, que solo el hielo aniquilo, y me pongo a resentir recuerdos contra el sueño, despertar amargo de estas manos que tan fuerte aprietan, que tanta sangre brotan de extrañar, ironía de este asunto es, que te siento sin tocar, pero es lo necio de mi tacto, o la seca soledad, que busca a ciegas solo el riego de tu voz sin nada que escuchar, voz que con palpitar siembra la razón desde el cuello hasta el labio mayor, razón de ser de esta extraña disfunción, vacío que me aflige, rareza de pasión, verdad de mi dolor, anhelo de mi errante corazón.