viernes, 18 de febrero de 2011

Caprichio

Soy sincero si te digo que muero de celos siempre, honestamente me sería más fácil sacar los ojos a quien te viese y atar la lengua de quien te llama, dejar heridas profundas en las mejillas y costillas de todo aquel que tuerce el cuello al pasar de lado, soy celoso de la sombra que te sigue, y la almohada que te huele, de la calle que consigue agobiarte, la empedrada por mi casa, soy un caso si te encuentro risueña al galanteo de un extraño, y más loco me vuelvo aún cuando con inocencia extiendes lo que al sátiro debieras ocultar. No me importa sin embargo compartirme, es algo que con la práctica se vuelve un hábito, si bien no placentero, por lo menos de humildad se trata, y sí, puedo dividirme; puedo ser de la cocina y del fino arte de la holgazanería, ya de la música ni se diga, puedo ser cómplice, individuo indiferente, amante y patán, puedo ser de ti tanto como de mi cama, mis andanzas, tus caprichos, de miradas ajenas al compromiso, y espontáneos dramatismos, y lo que es mas; si quieres, puedo ser de todos, del trabajo, de la gula, de mis sueños o de los tuyos, del festejo ó del reproche, de unos cuantos ó unas cuantas, pero en cambio tú, tienes que ser solo mía, no más cuentos, ni muertitos detrás de cada risa, solo yo y siempre yo, por debajo de las sabanas, por encima de los libros, y tú solo mi delirio, solo mío, no de amigos, no de artistas, no del viento que te eriza, y no es por que así lo quiera, es que si no, de celos muero, tú solo mía.