viernes, 17 de junio de 2016

El hombre y el mar ( a mi padre)

El mar picado, agresivo y turbio, fríamente constante en su terror y ahí veo a mi padre, flotando con los ojos cerrados, recostado en aquel caos infinito, tan relajado que su cuerpo ascendía y repicaba con el mar, suspendido en aquella inmensidad como si estuviera en paz con la vida misma, sin temor a la muerte. En ese momento entendí tantas cosas, primero; que yo era un cobarde aún, que sufría un pavor vertiginoso a causa de la realidad y que a pesar de este viaje por la oscuridad era incapaz de lavarme el miedo a la nada, yo que ni en el agua calma he podido flotar como espero surcar el vacío de la muerte, sentí entonces la soledad más intensa de mis días, sentí por igual una admiración incomparable por aquel hombre tan pequeño siendo parte de una fuerza monstruosa, reposando en el juego de la naturaleza y pensé; mi camino será algún día ser valiente, ser humilde y ser la nada, y sabré al momento de partir que como en el mar, la penumbra me flotará por siempre en un reposo calmo y lejano. Seré capaz de todo, incluso de morir, el día que descanse sin miedo alguno sobre las olas de un mar imponente, como mi padre. 

sábado, 28 de mayo de 2016

Vuelvo conmigo

Asomo como el viento mis ojos a tus caderas, te recorro como el sol a las dunas de arena y tú estas acostada en algún desierto, en alguna estepa, descubres tu cuerpo como si no estuviera cerca, no imaginas que me encuentro mas cerca de ti que el sudor que recorre tu cintura, cierro la boca y puedo masticar el polvo que flota entre los dos, salivo como un perro y me siento triste, y cuando camino hacia ti… cuando camino hacia ti imagino lo que debió sentir Diógenes al masturbarse en aquella plaza publica y tiemblo, espasmos de lujuria y obtengo tan solo de verte la espalda una vibra de matador en celo, como un león, podría tomarte esta vez, morder tu cuello sangrarte para siempre, quebrarme contra tu pelvis, nacer de nuevo entre tus piernas, pero volteas… todo se viene abajo, me confundo el alma y dudo como un gorrión al filo del último acantilado, primer intento, muy joven para volar aún. Paso de largo como he pasado en esta vida, ahí va tu pasión mas grande entre mis carnes alejándose, fuera tal degenerado y salpicar tus cabellos con mi marca, morderme entre lobos y jugar a la manada, pero soy amante, lujurioso, pasional, tonto y nunca nunca un buen postor. Que cosa podría ofrecer mas que palabras sucias y caricias excelsas, saliva y cuero seco, mi deformidad contra el escultural nirvana de tus formas, no mente en tu regazo, la paz de tu figura, amanecer entre tus senos, inútil, teniendo esas banales alucinaciones derrito mi aullido de hombre necio a la misma luna que te ve desnuda y desisto, pues de todos tus amantes yo sería el mas sincero, sería lo real después de largas platicas de nada y planes de familia, la brasa que sobrevive al sereno de la noche, el ultimo aliento antes de ahogarse, la muerte entre mil lunas, la tumba de cada aliento, la cama en llamas de cada día, perdiendo hasta la ultima gota metido entre tus puertas, perdiendo incluso ilusiones, el tiempo y todo lo que sea perdible. Pero volteas y recupero el vicio de esquivarte contra mi propia búsqueda de aniquilación, me congela el miedo, y me salva una vez más de perderme en un absurdo asecho, me guarda otro día del horizonte. 

viernes, 25 de marzo de 2016

Libertad

Imagina que estas sumergido hasta la cintura en un lago de fuego, el dolor es insoportable y simplemente no mueres, tus llantos son indescriptibles y un shock en tu cerebro alerta que todas las historias de la biblia eran ciertas, demonios devoran las carnes de otros y una sinfonía sin fin de lamentos se extiendo desde tus oídos hasta tu medula, sin descanso, sin respiro, por siempre. Imagina ahora que te sobre pones al dolor, empiezas a acostumbrarte solo un poco y ahora puedes notar quien esta a tu alrededor, tu madre gritando como jamás has querido escucharla, agonizando si morir, tu padre olvidando que es padre y lamentándolo todo; desde lo mas simple y mundano hasta lo mas lejano a sus obras, tu hermano cayendo a pedazos y un sin fin de rostros amados compartiendo el tormento extremo de la carne y alma, y el dolor simplemente aumenta a niveles metafísicos de los cuales ni el más puro puede quedar sin pensamiento de venganza alguno. Quien que su temple calentara su cabeza mas alto que aquellas llamaradas, no fungiría el papel sumiso de soportar para acostumbrarse cien años y de pronto salir en huesos a la búsqueda imparable de ese dios para tomarlo por la espalda y besarle el oído con dientes furiosos rezando; venganza! cortarle en dos y poner fin al tormento de todos allá abajo. Miedo de ver a tus seres amados sumidos en lugares que ni las mentes mas torcidas son capaces de disfrutar, miedo de sentir una eternidad deseando no haber existido jamás, miedo de que aquel que se sienta en los cielos de quien sabe donde otorgue su gracia a mi alma pues como buen lame botas lo he seguido del baño al trabajo, de su creación mas infame a su regocijo mas sutil. 
Donde esta lo justo, inexorable es la existencia, presta, mágica y colosal, que se burla de la eternidad pues en mas milenios no hay mas alegría que un momento de diez segundos en la vida mortal. Imagina que nadie teme a ser juzgado, ni a la eternidad de no hacer nada y parecer maravillado todo el tiempo ante la belleza inerte de las cosas sin caducidad. Un ateo no es ateo por ser rebelde, lo es por que quiere ser libre, por que su tiempo en la tierra lo aprecia y atesora como el de los otros pues es único e irrepetible, por que la idea de ser para complacer le resta valor a la existencia de cada individuo, y entiende que el miedo de vivir es tan grande que no necesita de cargas celestiales ni mitológicas que presionen su esencia contra castigos, normas, doctrinas. Comprende que el sabor de la vida es un sorbo de amargo elixir que hay que aprender a libar, a nectar y explayarlo en toda dirección, arriba, abajo, y que el martirio previsto para después de vivir es la marca de la esclavitud del ser, por que se puede ser sin dios, sin infiernos, sin cruces ni pecados, se puede vivir sin miedo sin dejar de ser hombre. Hombres sin eternidad que reconocen el verdadero valor de un segundo de oxigeno, el verdadero poder del bienestar que otorga la gracia a la vida y que de ser explorada por todos, ningún desgraciado perdería su existencia por esperar un regalo de alguien que otorga temor y castigo, o la inocua languidez de la gloria eterna. El ateo no se encuentra en rebeldía con un dios, si no con el temor absurdo y el castigo ante ser un humano pleno, con instintos y carismas, juicios y pasiones. El ateo sabe que lo que abandona la realidad para mover nuestro horizonte mas allá de donde nuestra existencia puede llegar es jugar a guardar la vida por que le espera otra y despreciar el tiempo de su cuerpo, desperdiciar su propia existencia. Ser ateo es buscar la libertad de jamás pensar que después de un ciclo, las cosas serán eternamente dolor para quien ama, es buscar el verdadero valor de la vida y en ella encontrar su bienestar, disfrutarla. Como vivir sin un estado, sin un capataz, sin hambre, sin miedos, sin un dios, sin un diablo, simplemente vivir y ser vastos y plenos aunque sea por un momento de entre todas las edades de esto que llamamos humanidad, encontrar que el verdadero valor de la vida no va mas allá de lo que es hoy y ahora, atesorarla a nuestro pecho y convertirla en un tesoro difícil de anular. 

viernes, 4 de marzo de 2016

...

Una glándula descalza sentía lama húmeda y goteaba de su vista un dulce azul verdoso, sus nervios como los finos bellos de una vid se erizaban con el viento, irradiaba espasmos y su horizonte abarcaba lo que una vuelta de la tierra. Con el frío le creció carne, y con la duda le crecieron huesos, su vista se redujo y cubrió sus sentidos al formarse, separo su cuerpo de todo y emergió, cortó al universo y entré él y las cosas hubo desde entonces una barrera hecha de nada, un abismo blanco, él y las “cosas”… 

martes, 1 de marzo de 2016

La mente no esta dentro de...

Imagina que una mujer va a dar a luz, esta mujer vive en el pasado a 10,000 años de este tiempo, todo sucede en orden, un hermoso parto natural, pero antes de probar el primer calostro de su madre arrebatas a este recién nacido para llevarlo milenios adelante, este espécimen ahora sumergido en la edificación de siglos posteriores no necesita una evolución preventiva que dicte su entendimiento, pues él, ahora esta ahí, y en su aprendizaje vemos la erosión del tiempo pasado y la inauguración de una nueva arquitectura mental, que aprende, y va al mismo paso que un infante de época, entonces entendemos que la conciencia se da en el medio, que impregna y establece la realidad de este pequeño receptáculo de nociones, sentidos y sensaciones, y no es un discurso cerebral que a base de doctrinas milenarias se edifica en un fuerte espía de cuanto avance y novedad acontece, si no su propia relación con la realidad exterior que determina la forma misma y concepto que se trastoca a través de la personal percepción de los mismos lienzos de aquella observación, la edificación de la conciencia esta en el medio, y no en el sujeto, y su identificación se encuentra en el reconocimiento de este como externo al observador, volviéndose pues el observador eje central en el punto de arribo de la proyección de lo que es y no es él, y en medida de ese conocimiento, la expansión del espectro de observación se vuelve la conciencia acrecentada que se resguarda en aquello esta por fuera de nuestro eje central ( la mente observante), de nuevo; la conciencia esta en el medio y no en el ser.     

jueves, 28 de enero de 2016

Verano

Cariño, cada que te veo me desvanezco, quema en mis paredes la luz ámbar de las cinco de la tarde de un día de verano, sensual como el humo de un cigarrillo temperando mis cloacas después de un frío trago de cerveza oscura, te encuentro y todo alrededor viaja cuarenta años atrás, se vuelve a sepia el verde y el dorado soplido de los años se instalan en un andar patán, la tarde es tuya, la vida es tuya,  soy un mosquito petrificado en los tiempos de tu pestañeo, la baba de la cerveza un poco tibia y olvidada, la saliva del estilizado aforismo que pretende no descomponerse por ti cada vez que amanece por donde caminas, y mi pelvis se agita, siento un casi orgasmo al creerte abotagada en mi cama de tanto placer, y es que hasta las sabanas me he buscado para que formen parte de un bello cuadro cobrizo donde tu sudor aporte la textura, debería acercarme sutilmente y explotar en tus labios, deberías llevar un abrigo de mi piel hasta la ducha, deberías caminar sobre un camino hecho de mis espaldas y sentarte en mi jardín, ahí en la mata más alta tendrás siempre un fruto que probar, que secar, cada que te veo no puedo esperar casi a que el verano llegué y con él vengas, cegándome cariño, con tu desnudez. 

lunes, 25 de enero de 2016

Confesión Segunda

Soy el sonido del tiempo dividido en segundos sonando fuerte en tu cabeza, la promesa del dolor largo y agudo que anuncia las noches de vigilia, la noches en pena, las que traen a tu corazón los mas infames presentimientos. Soy el hastío de la tarde de invierno fría y arrebatada por dar terminada la luz, adormecer en el velo de la suerte invernal la soledad interna que te lleva de vuelta al vientre, lago tibio de asépticos turbios que galopan en olas al vaivén de la sangre, que te invita a la vasta humanidad de no haber nacido nunca. Soy el calor en el centro de todas las cosas, y con una gota de tu silencio sobre los mares de lo que es incontable, vasto para poner en movimiento una eterna sinfonía de acecho, inercia que me ha atrapado en tu órbita. Y me precipito hacía ti, sin saber si en tus marcos naturales como luna fungiré mis guardias alrededor de un planeta de carne, si seré tan solo un cometa, o la causa de alguna veloz extinción en la subcutánea Pangea de tu ser, colonizador colérico estéril o un pacifista profanador. Soy el constante en todo cuanto sucede cerca de ti, aquel que por que te busca existes. 

domingo, 10 de enero de 2016

Halconcillo con el ala herida

En un claro, vadeado, perdido, cayo un halcón que sobrevolaba con el ala partida, como una espiral se precipito y en el medio del rondo agonizantes sus ojos clavaron el celo en la ninfa, codorniz que brincando perdía su condena a medida que vaciaba la mira del cazador entre el bosque. Parpadeó una vez, su mirada bajó al ras de la hierba, morada en tierra que su timidez con la noche matrimoniaba un poema de muerte, resignado, llorando al azul grisáceo del cielo, se predecía en su vista el ínfimo desconsuelo del nihilista, se pudo decir de aquel rapaz que su alma reconocía la melancolía como el amante extraña los viejos días, se pudo decir que incluso sentía. Sin embargo no hubo mayor escriba que la noche y el arrullo de hojas, gruñidos arbóreos y el silbido del viento, eco del tiempo. Todo decía; descansa halconcillo, pero poco le importa el descanso a la suerte, poco le importa lo justo y el débil, herido, o el fuerte, importante.

Vapor caliente, hediondo, virtuoso emisario de la desgracia cruda de ser devorado, golpeó la punta del pico, volteó sus nervios a la muralla de bosque, pobre halconcillo, se congelo… reptando se balanceo hacia el claro con los pelos de punta, su brillo infernal lo reveló tan solo como el fin, sin que importara el mote que este demonio portara, su único estandarte se llamaba agonía, incluso en la muerte el sufrimiento absurdo de la vida salvaje precede la nulidad de su esencia, pudo pensar en aquel momento el pobre halconcillo -¡Qué inútil aprender a volar con ala rota y brújula perdida! De no haber impulsado mi ser por la primaria necesidad de ingesta, de haber muerto quieto, reposando la existencia sobre el cascarón que fracturo el noúmeno, cuajo de mi esencia con el todo, impresionado por la tela de la vida- ¿Pudo pensar? inalcanzable que una lengua no existente diera forma a la forma de su mente, donde tal vez no había tal, pues nada definía sus limites, nada le corregía la vida de la muerte. Y en un claro el halconcillo comulgo la fuente de todo lo que es, sin serlo, sin pensarlo, con la noche, aquel bosque y la bestia de testigos, pudo percibir la extrema sensación del finiquito de la vida, y su pavoroso sentimiento en la madre naturaleza quedó plasmado, pudo alguien habiendo conocido su pesar, experimentar la maldición de saber si en pensamiento el halconcillo agonizaba, pudo alguien en un claro a la media noche encontrar tal mesías, tal juerguista de sus vivencias que por el lamento alzaba su sinsentido para honrar en magno cuadro su condena, pudo testificar alguien el sentido de la vida.