viernes, 17 de junio de 2016

El hombre y el mar ( a mi padre)

El mar picado, agresivo y turbio, fríamente constante en su terror y ahí veo a mi padre, flotando con los ojos cerrados, recostado en aquel caos infinito, tan relajado que su cuerpo ascendía y repicaba con el mar, suspendido en aquella inmensidad como si estuviera en paz con la vida misma, sin temor a la muerte. En ese momento entendí tantas cosas, primero; que yo era un cobarde aún, que sufría un pavor vertiginoso a causa de la realidad y que a pesar de este viaje por la oscuridad era incapaz de lavarme el miedo a la nada, yo que ni en el agua calma he podido flotar como espero surcar el vacío de la muerte, sentí entonces la soledad más intensa de mis días, sentí por igual una admiración incomparable por aquel hombre tan pequeño siendo parte de una fuerza monstruosa, reposando en el juego de la naturaleza y pensé; mi camino será algún día ser valiente, ser humilde y ser la nada, y sabré al momento de partir que como en el mar, la penumbra me flotará por siempre en un reposo calmo y lejano. Seré capaz de todo, incluso de morir, el día que descanse sin miedo alguno sobre las olas de un mar imponente, como mi padre. 

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