sábado, 28 de mayo de 2016

Vuelvo conmigo

Asomo como el viento mis ojos a tus caderas, te recorro como el sol a las dunas de arena y tú estas acostada en algún desierto, en alguna estepa, descubres tu cuerpo como si no estuviera cerca, no imaginas que me encuentro mas cerca de ti que el sudor que recorre tu cintura, cierro la boca y puedo masticar el polvo que flota entre los dos, salivo como un perro y me siento triste, y cuando camino hacia ti… cuando camino hacia ti imagino lo que debió sentir Diógenes al masturbarse en aquella plaza publica y tiemblo, espasmos de lujuria y obtengo tan solo de verte la espalda una vibra de matador en celo, como un león, podría tomarte esta vez, morder tu cuello sangrarte para siempre, quebrarme contra tu pelvis, nacer de nuevo entre tus piernas, pero volteas… todo se viene abajo, me confundo el alma y dudo como un gorrión al filo del último acantilado, primer intento, muy joven para volar aún. Paso de largo como he pasado en esta vida, ahí va tu pasión mas grande entre mis carnes alejándose, fuera tal degenerado y salpicar tus cabellos con mi marca, morderme entre lobos y jugar a la manada, pero soy amante, lujurioso, pasional, tonto y nunca nunca un buen postor. Que cosa podría ofrecer mas que palabras sucias y caricias excelsas, saliva y cuero seco, mi deformidad contra el escultural nirvana de tus formas, no mente en tu regazo, la paz de tu figura, amanecer entre tus senos, inútil, teniendo esas banales alucinaciones derrito mi aullido de hombre necio a la misma luna que te ve desnuda y desisto, pues de todos tus amantes yo sería el mas sincero, sería lo real después de largas platicas de nada y planes de familia, la brasa que sobrevive al sereno de la noche, el ultimo aliento antes de ahogarse, la muerte entre mil lunas, la tumba de cada aliento, la cama en llamas de cada día, perdiendo hasta la ultima gota metido entre tus puertas, perdiendo incluso ilusiones, el tiempo y todo lo que sea perdible. Pero volteas y recupero el vicio de esquivarte contra mi propia búsqueda de aniquilación, me congela el miedo, y me salva una vez más de perderme en un absurdo asecho, me guarda otro día del horizonte.