viernes, 25 de marzo de 2016

Libertad

Imagina que estas sumergido hasta la cintura en un lago de fuego, el dolor es insoportable y simplemente no mueres, tus llantos son indescriptibles y un shock en tu cerebro alerta que todas las historias de la biblia eran ciertas, demonios devoran las carnes de otros y una sinfonía sin fin de lamentos se extiendo desde tus oídos hasta tu medula, sin descanso, sin respiro, por siempre. Imagina ahora que te sobre pones al dolor, empiezas a acostumbrarte solo un poco y ahora puedes notar quien esta a tu alrededor, tu madre gritando como jamás has querido escucharla, agonizando si morir, tu padre olvidando que es padre y lamentándolo todo; desde lo mas simple y mundano hasta lo mas lejano a sus obras, tu hermano cayendo a pedazos y un sin fin de rostros amados compartiendo el tormento extremo de la carne y alma, y el dolor simplemente aumenta a niveles metafísicos de los cuales ni el más puro puede quedar sin pensamiento de venganza alguno. Quien que su temple calentara su cabeza mas alto que aquellas llamaradas, no fungiría el papel sumiso de soportar para acostumbrarse cien años y de pronto salir en huesos a la búsqueda imparable de ese dios para tomarlo por la espalda y besarle el oído con dientes furiosos rezando; venganza! cortarle en dos y poner fin al tormento de todos allá abajo. Miedo de ver a tus seres amados sumidos en lugares que ni las mentes mas torcidas son capaces de disfrutar, miedo de sentir una eternidad deseando no haber existido jamás, miedo de que aquel que se sienta en los cielos de quien sabe donde otorgue su gracia a mi alma pues como buen lame botas lo he seguido del baño al trabajo, de su creación mas infame a su regocijo mas sutil. 
Donde esta lo justo, inexorable es la existencia, presta, mágica y colosal, que se burla de la eternidad pues en mas milenios no hay mas alegría que un momento de diez segundos en la vida mortal. Imagina que nadie teme a ser juzgado, ni a la eternidad de no hacer nada y parecer maravillado todo el tiempo ante la belleza inerte de las cosas sin caducidad. Un ateo no es ateo por ser rebelde, lo es por que quiere ser libre, por que su tiempo en la tierra lo aprecia y atesora como el de los otros pues es único e irrepetible, por que la idea de ser para complacer le resta valor a la existencia de cada individuo, y entiende que el miedo de vivir es tan grande que no necesita de cargas celestiales ni mitológicas que presionen su esencia contra castigos, normas, doctrinas. Comprende que el sabor de la vida es un sorbo de amargo elixir que hay que aprender a libar, a nectar y explayarlo en toda dirección, arriba, abajo, y que el martirio previsto para después de vivir es la marca de la esclavitud del ser, por que se puede ser sin dios, sin infiernos, sin cruces ni pecados, se puede vivir sin miedo sin dejar de ser hombre. Hombres sin eternidad que reconocen el verdadero valor de un segundo de oxigeno, el verdadero poder del bienestar que otorga la gracia a la vida y que de ser explorada por todos, ningún desgraciado perdería su existencia por esperar un regalo de alguien que otorga temor y castigo, o la inocua languidez de la gloria eterna. El ateo no se encuentra en rebeldía con un dios, si no con el temor absurdo y el castigo ante ser un humano pleno, con instintos y carismas, juicios y pasiones. El ateo sabe que lo que abandona la realidad para mover nuestro horizonte mas allá de donde nuestra existencia puede llegar es jugar a guardar la vida por que le espera otra y despreciar el tiempo de su cuerpo, desperdiciar su propia existencia. Ser ateo es buscar la libertad de jamás pensar que después de un ciclo, las cosas serán eternamente dolor para quien ama, es buscar el verdadero valor de la vida y en ella encontrar su bienestar, disfrutarla. Como vivir sin un estado, sin un capataz, sin hambre, sin miedos, sin un dios, sin un diablo, simplemente vivir y ser vastos y plenos aunque sea por un momento de entre todas las edades de esto que llamamos humanidad, encontrar que el verdadero valor de la vida no va mas allá de lo que es hoy y ahora, atesorarla a nuestro pecho y convertirla en un tesoro difícil de anular. 

viernes, 4 de marzo de 2016

...

Una glándula descalza sentía lama húmeda y goteaba de su vista un dulce azul verdoso, sus nervios como los finos bellos de una vid se erizaban con el viento, irradiaba espasmos y su horizonte abarcaba lo que una vuelta de la tierra. Con el frío le creció carne, y con la duda le crecieron huesos, su vista se redujo y cubrió sus sentidos al formarse, separo su cuerpo de todo y emergió, cortó al universo y entré él y las cosas hubo desde entonces una barrera hecha de nada, un abismo blanco, él y las “cosas”… 

martes, 1 de marzo de 2016

La mente no esta dentro de...

Imagina que una mujer va a dar a luz, esta mujer vive en el pasado a 10,000 años de este tiempo, todo sucede en orden, un hermoso parto natural, pero antes de probar el primer calostro de su madre arrebatas a este recién nacido para llevarlo milenios adelante, este espécimen ahora sumergido en la edificación de siglos posteriores no necesita una evolución preventiva que dicte su entendimiento, pues él, ahora esta ahí, y en su aprendizaje vemos la erosión del tiempo pasado y la inauguración de una nueva arquitectura mental, que aprende, y va al mismo paso que un infante de época, entonces entendemos que la conciencia se da en el medio, que impregna y establece la realidad de este pequeño receptáculo de nociones, sentidos y sensaciones, y no es un discurso cerebral que a base de doctrinas milenarias se edifica en un fuerte espía de cuanto avance y novedad acontece, si no su propia relación con la realidad exterior que determina la forma misma y concepto que se trastoca a través de la personal percepción de los mismos lienzos de aquella observación, la edificación de la conciencia esta en el medio, y no en el sujeto, y su identificación se encuentra en el reconocimiento de este como externo al observador, volviéndose pues el observador eje central en el punto de arribo de la proyección de lo que es y no es él, y en medida de ese conocimiento, la expansión del espectro de observación se vuelve la conciencia acrecentada que se resguarda en aquello esta por fuera de nuestro eje central ( la mente observante), de nuevo; la conciencia esta en el medio y no en el ser.