Una glándula descalza sentía lama húmeda y goteaba de su vista un dulce azul verdoso, sus nervios como los finos bellos de una vid se erizaban con el viento, irradiaba espasmos y su horizonte abarcaba lo que una vuelta de la tierra. Con el frío le creció carne, y con la duda le crecieron huesos, su vista se redujo y cubrió sus sentidos al formarse, separo su cuerpo de todo y emergió, cortó al universo y entré él y las cosas hubo desde entonces una barrera hecha de nada, un abismo blanco, él y las “cosas”…
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