Cabeza recostada sobre un cúmulo de lama fría y el olor a
tierra húmeda invade la sensación de que no hay descanso en almohadones de
pluma, más que en el oscuro rincón donde se refugia el corazón en sueños. Y los
brazos extendidos acariciando el rocío que ha dejado el llanto atrás para
convertirse en verdad de una hipótesis macabra que juega con nuestra ilusión y
nos murmura rozándonos la espina; -soñaras despierto y en sueños tu voluntad
dormida se ofrecerá al tributo del subconsciente. Marginal es la noche que
envuelve ilusiones en paisajes de inerte tranquilidad, aburrida quietud,
sentenciando; -las fantasías no son mas que eso, alegrías imaginarias. Los ojos
encerrados en un torbellino angosto que se cierra con el incremento de la duda
sensorial. El ahora exuberante racimo de emociones no sabe diferenciar la
desesperación de la satisfacción. Y no queda espacio para andar, ahora más que
nunca, las raíces se encuentran tan profundas, que duele tan solo pensar en
caminar. La emoción por fin ha transformado al caudal en una fuerza inmóvil que
se contempla a si misma, y abre desde el hipotálamo cual fruta roída y seca un
gran desarmable que se extiendo mas allá del firmamento, y se cae incluso de
las manos. Causa temible frío entre la médula saber en sueños que la desilusión
es mas presente que el andar de la maquila excelsa encargada de batir las alas,
y destinada a sonreír. Ese momento en que el detenerse se vuelve más personal
que la felicidad, es tan delirante como descubrirse parte de un regocijo
crucial que otorga identidad para luego arrebatar de la manera mas calma, y
deforestar el compendio de ilusiones que al cerrar los ojos se manifiesta. Manera
de perder el vuelo y languidecer unidos a la mojada flora de nuestros cimientos. Recato que guarda ahora el corazón hasta
permanecer del todo verde y en silencio, es en definitiva un hostal
degenerativo que arropa exaltaciones y derroches en la quietud del tiempo.
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