Efluvio eterno de un inefable contorno del cual ya tengo
sabor en los labios, será presencia en el murmullo de mis tactos a contra
almohada que entre cerrar los ojos y concebir el sueño arrojo el instinto al
fragor de un etéreo involuntario que acaba dictando lo lejano que debe de estar
ese momento molecular al cerco de mi platónico próximo. Que has venido si no a
incordiar un ermitaño caótico falto de excusas, sin medios campales y mucho
menos heroicos. Has sido tú, serendipia de un vago descorazonado. Sin coraje me
acerco cada que te paso de largo, y te extraño común, como se extraña lo de
todos los días. Recato egoísta saberme pendiente de tu indisposición que mal
alimenta teorías limerentes, a sabiendas de que yo y solo yo soy idóneo
desfalco de todas tus normalidades. Sin importancia transcurre mi cartografía
de ti, sin lucidez, estoy ajeno al embrujo de esa indiferencia, para decirte
que sigo trazando el mapa de un reino cuyo terreno jamás visitaré.
Inconmensurable retrato de mi creencia, cielo de mi única y verdadera religión
de alcoba, me perteneces aunque me mires distante, por que así te soñé.
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