lunes, 1 de junio de 2015

Irreversible

Sobredosis de melancolía irreparable que me llevo a sufrir inenarrables cuentos de grandes desesperaciones impresas en momentos borrosos que se perdían entre puertas y pasajes de estos sueños, que al pisar las hojas de mis noches de otoño rompía en llanto el rocío de un canto que anunciaba la media de una velada onírica más allá de fantástica, intrigante. Era atroz el manejo con que el viento retorcía incluso los colores… era ámbar siempre templado, a punto de no derretirse, de no ser ni duro ni gomoso, y era constante, soplido a escondidas que entre versos simplemente cargaba la hedonista tarea de sustituir la respiración por el mínimo esfuerzo. Y que placer era languidecer tibiamente en regocijo, frenesí de niño en brazos, al expandir las dimensiones cual agua hundiendo mi cuerpo como si fuera el universo una manta gentil que me abraza y exacta a cualquier medida de lo que fuera que era yo, creaba un ropaje amplio y a la vez tan cercano a cada rincón.  Nostalgia irrefrenable que destruyo los jardines en los que tanto perdía de mí como de ti, en los que era solo un orgasmo de variaciones lúdicas y no valían ni los años de mis manos, ni de mis emociones, que me hizo notar en adelante que ni siquiera el espacio alcanzaría para poder arroparme. 

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