martes, 16 de junio de 2015

Balanza 5

No hay más, ni tengo fuerzas, no tengo ni las ganas, ni motivos por las mañanas, no tengo nada, y encima tantas cosas que me hacen falta, tantas cosas que no soy, pues no soy nada, no hay nada por las tardes, ni buenas noches, no hay sueños y las madrugadas hasta aquí tiemblan, no hay mañanas, no quedan ganas, ni de abrir los ojos, de cantar, de hablar... No quiero nada, si que hay lunas pero no hay miradas, ya no hay cielo, ni estrellas, ya no hay preguntas, ya no veo el universo, pues ahí no hay nada, nunca hay nada, por más que anhele, por más que la carne de mi corazón se tuerza y desgarre el aire en gritos, nunca hay nada, por más que eso que está a punto de salirse por la boca del estómago e impulsa el cuerpo un paso hacia adelante, escapando como aliento por los labios, se repita a toda hora, nunca hay nada, nunca llega, nunca pasa, nunca nada. No hay más que vivir sin esperanzas, como el asno que repite en círculos cada mañana el mismo camino, empujado, por que debe, si no se mueve muere, si no obedece también muere, pero ahí no hay nada, si no te mueves mueres, mejor te arrastras, con lo que sea que sirva de combustible, por que la esperanza vuela, te da alas y da las ganas, pero nadie sabe que sin esperanza mueres. 

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