Eres más que lamentable. De hecho es esta tragedia tan densa
que podría sortearla como esquivando cuerpos en las calles. Si es que has
notado el progreso del polvo en tus entornos que más puedo decir, además de
lamentable has pasado al término de ser obtuso inerte. Mantiene de alguna
forma un hedor a rancio cualquier espacio habitado por el peso de tus carnes,
que se ocupan de marcar un halo intermitente entre apagado y encendido que para
terminar esta escena de indomable decepción determina mas bien quietud a largo
plazo que un movimiento próximo. Y cuestionas que ahora los caminos están
cerrados y sentencias que de andar sería para salir volando. Eres mas que
triste, te has vuelto parte de un cuadro que enmohece y pierde tono con mas y
mas sedentarismo, te has vuelto la figura de ayer que no querías ver y sabes
que mañana ahí estará para obligarte a ser lo que no fuiste capaz de
contradecir, de contraatacar, para concretar indecisiones y para desde el
amanecer esperar que de momento llegue ya la hora de partir por unas horas.
Eres un olor a podredumbre que solo olfateas tú, y sin embargo sigues
lamentando, y como si la desesperanza otorgara el justo peldaño del cual con
desden puedes señalar, sabes que acusar es echarse una lápida en la espalda.
Pero entiendes que la desgracia es tal
vez para compartirla. Eres lamentable, y es por eso que esta noche te he
abandonado, como todas, para regresar a rastras bajo el jugo de tu ocio
matutino, que dura de la luz hasta la luna. No quedará más que locura el día
que me vaya lejos, tan lejos aunque sea solo una noche, y otros mundos me
transporten fuera por siempre y jamás retomar el punto de partida. Eres
lamentable, pero nunca más que yo, y nunca como el día en que me quede en el
destierro.
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