Despertó envuelto en una prisión de carne, con esfuerzos
levantaba dos cortinas de piel para poder ver y no basto solo con pensarlo para
poder moverse, arrastraba ahora un montón de partes que mantenía en un dudoso equilibrio,
y sintió la roca fría bajo su andar y no entendía lo que era el desplazarse sin
poder tan solo aparecer en un lugar o en otro con solo quererlo. Y el viento lo
toco, y lo que le venía a la mente en su mente descansaba, y su hambre por
tragar el aire lo enmudecía y a cada trago se llenaba de vida. Entre mas lejos
andaba notaba que algo se secaba en su interior y un gran hueco expandía en él
un mareo que debilitaba su andar, y se pregunto, y al preguntarse supo que tan
poco era en sí y que mucho mas necesitaba para ser, y lo que supo lo olvido, se
convirtió en un rito con cada sol tomar el agua entre sus manos y verterla en
aquella caverna temblorosa, aquella ciudad amurallada que lo mantenía lejos de
todo y a la vez en todo como una perla atrapada sobre el fondo del mar, como un
huracán entre cuatro paredes. Y con dos ventanas supo observar, con dos piernas
aprendió a no estar donde no quería y a correr detrás de lo que mas gustaba,
con dos manos a tomar lo que sus adentros llamaban, y con un eco aprendió a
gruñir, a gritarle a la oscuridad para que se fuera, pero esta nunca se
marchaba, aprendió que el dolor tenía sonido y sonaba como la lluvia, el temor cimbraba
en su fondo como un trueno, y noto que todo, absolutamente todo lo podía
escuchar si se esforzaba lo suficiente en mantenerse mas callado, y al estar
callado por mucho tiempo aprendió que el trueno zumbaba en su pecho y que lo
hacía vivir, que la lluvia tenía un orden y apreció entonces su caricia,
aprendió a racionar el aire, a cerrar los ojos, y cuando al fin no tuvo
necesidad de mantener la vista en todo, entendió que no habitaba una prisión, y
que para ver no había necesidad de abrir los ojos.
martes, 22 de diciembre de 2015
viernes, 18 de diciembre de 2015
El Hijo Rebelde
Voy a tatuarme las Pléyades en el pecho, a todo lo ancho y
largo, para que mi alma siempre quiera partir, quemaré con cigarrillos mis
corvas y pelaré mis labios para comer la sal de todos los mares. Por que voy a
morir, mis chicas van a morir y aquel que me devolvía el cambio con asco por
cada trago en esa inmunda barra también morirá, gastaré las suelas de mis botas
raspando la piedra y dormiré a la intemperie por el resto de mis días. Con una
mueca juzgaré a todos los hombres por igual, y cuando te vea a los ojos solo
diré lo mucho que te quiero coger. Me iré danzando de mesa en mesa por este
banquete de caníbales, y de ser posible voy a beber todo el vino y a mear en
todas las copas, dormiré parado con las manos atadas a una cadena por encima de
mi cabeza, mientras dos vagos golpearan mis costillas, ayunaré por siempre y
aullaré mientras todos cantan y me desnudaré cuando todos vayan a misa. Llenaré
mi cuerpo de drogas, sarcasmos, ironías y desventuras y cagaré en cada espacio
de tierra otro yo, maldito y cruento por la vida, y vivirá llorando y riendo a
la vez, y no se preguntará nada jamás, y ese otro yo en cada centímetro de este
planeta alzará la vista, y cada vez que inhale lo sabrá todo y todo lo habrá
vivido, y morirá cuando no sepa distinguir si a pesar de todo prefiere la
felicidad a la tragedia, la arena a la hierba, vaginas o libros, canciones o
refranes de hastío. Voy a vivir atroz para perderme mas que nadie, mas que
nunca, y cuando me plazca de existencia sabré que tengo mi lugar en la gran
mesa del vacío, bien ganado, y esperar en la antesala de la nada será un juego,
será como chingarse un cigarrillo.
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