viernes, 17 de abril de 2015

Luz azul

Luz azul que corta a la mitad un cuarto oscuro, inundado de calor, atraviesa dos cuerpos que se resbalan las sabanas y abren los omóplatos sacando el pecho cada vez que una gota fría recorre la espalda, por que el sudor se volvió frío, por que nada supera esta temperatura. Luz que descubre una membrana brillante sobre el vientre, que devuelve la inmensidad a cada pliegue, y esculpe como un plano de mármol cada espacio relegado a la fría corriente de aire que entre abrazos se escapa. La noche sabe a la baba que cuelga de tus los lóbulos hasta el mentón, se reseca y estira la piel, con los poros alerta siempre, como captando electricidad. Tus ojos cerrados, como un óleo entregándose a las manos de su pintor, te dejas derretir y sales por momentos del bastidor, me dicen que soy yo quien eleva al siguiente nivel el arte que eres tu, y te observo con las puntas de mis nervios y me siento dueño del presente, inmortalizando en tus gemidos un eco que acallara las noches de soledad por siempre. Pero los abres, me miras directamente y comprendo que no soy dueño de nada, ni siquiera yo me pertenezco, me muevo sin voluntad alguna dentro de un oleaje tibio que me aleja cada vez mas del centro para acabar desparramado por cada esquina del cuarto. Nos volvemos tan profundos que se pone todo de cabeza, la profanación se vuelve cariño, el sabor se vuelve reverencia, y cualquier gesto de ternura lo vemos ahora como un insulto. De no ser por esa luz azul que atraviesa la escena completa, me abandonaría a pensar que somos la misma carne, el mismo mar que rebota de pared a pared en una interminable habitación. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario