Saber que ni en este, ni en ningún otro momento, sobre
cualquier circunstancia y ante cualquier preferencia, cruzo de al menos unos
segundos; en forma abstracta, de palabra, o en imagen, de fragancia rancia,
dulce, agria lo mismo da, de tacto… latencia en los nervios, el sin fin de los
reflejos que acosan tu cabeza aún en sueños, ni por asomo el tiempo juzga el
agua al cántaro, puesto que no hay ni cantidades que sumar. No hay cadencia,
por que no se tiene ritmo, y como no hay tal no se lleva a cabo la poesía. Pero
más importante que todo, no hay materia. De lo mucho de existencia rastro
alguno mío quedará como la sombra en un pasaje oscuro de tu subconsciente donde
rebote de esquina a esquina, que no ataña a mis facciones en lo más elevado de
tu anhelo, en cambio aceche el pensamiento como el ir apagando de las luces,
como el miedo, que sin ser bandera de belleza ahí dentro crece entre tinieblas.
Un oculto cameo de suspiro, notorio solo por el filo de los ojos, que en
presencia se agiganta según la medida del deseo, que pasará de un momento de
ilusión a un vivido as sensorial que dictará realidad donde alguna vez solo
hubo pequeñamente un recuerdo que oculto la vida que piensas durante el día.
Saber que ni ahora ni nunca, pero de ser solo una sombra podría sobrevivir el
día. Podría ser un miedo vuelto fantasía.
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