Al final entendimos que lo que no nos gusta se vuelve con el
tiempo nuestro mejor amigo, y si del miedo servimos los días y cambiamos el sol
por los cuartos oscuros es para ganarle confianza a la suerte. Del humo venimos
y nos arrastra, soledad invertimos por tiempo de mirar hacia fuera, por
rendijas despreciamos a los que nunca cerraron los ojos para ver mas allá… y
aquí estamos hundidos entre el calor a secas que desprende los olores de un
vicio incontenible en el aire de este lugar. Adorando los odios que nos han
convertido, estamos más cerca de hallar la iluminación. Si, nosotros que
vivimos en la sombra nos vamos haciendo amigos de la muerte, tomando confianza,
creciendo entre polvo, cigarrillos, las drogas caras que en cada momento nos
abren lejos del último punto de partida. Somos un suceso que jamás nadie notará
como tal, y nos volvimos por eso, un sentimiento que le causa pavor a los
demás. La gente que toma fuerza lejos de la luz del sol, que ve cada segundo
como un irremediable recuerdo del pasado, cuando no hay nada que hacer ante
nada de este mundo, cuando el tiempo no alcanza, si no para saber que con el
paso de éste vamos muriendo aún sin empezar a contarlo, por que ni por
ignorancia se detiene, ni clemencia, sin nada que hacer. Así vivimos lejanos de
entender a que nos acercamos, pero a sabiendas de que sucede poco a poco,
entiéndase o no, disfrutar de la penumbra en vida nos dará la ventaja de un
inmenso placer llegado el momento, nuestro clímax, el paraíso de los que saben
a donde malditamente apunta todo esto, la realidad de quien se atreve al pasar
de las horas, infestarse de placeres oscuros en un cuarto lleno de humo negro.
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