Como un suave regaño de plata que cae sin filo, pero plana
sobre mi espalda, fría cual río nocturno, me roza la espada de luz de luna,
luna de sus ojos. Me abre en dos al caminar. Volteo, por que a mi oído le jalan
con un susurro que suena a chasquido de labios, que baja por mi columna como
una gota de agua. Me pasmo, respiro hondo, orgulloso y me ensancho de hombros. Todo
sucede sin verte a los ojos, y sin mirarte veo cuanto recorren los tuyos,
nervioso trago saliva y aprieto los dientes, transpiro pura patanería y hundo
la vista en puntos inexistentes con tal de evitar encontrarme con una trampa
mortal, que asimilo siempre y cuando no la observe directamente, es usted como
medusa, en piedra reposaré cualquier día que sin ser precavido atraviese mi
nervioso notar con su sonrisa. Es usted como la decisión fatal de los
desesperados por la vida, tiemblo de miedo al sentir su fulgor atravesar mi mas
ínfima muralla, pero que no daría por sentir su aliento mas que el peso de sus
ojos en la retaguardia, y morir desarmado al vapor de sus manos. Como la luna
que besa las aguas en intima frialdad, así me encierra las ansías una neblina otoñal,
a orilla del río que soy yo, ansioso de luna, luna de usted.
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